Liberaciones del Logos y la Razón
enigma y estima:

El poemario de Katherine Estrada.

Por VIOLETA BARRIENTOS

La visibilidad de aquellas personas que no se comunican en nuestros códigos lingüísticos es limitada como la de la poesía, perdida si se imprime en pequeños libros, a veces rechazados en el mercado por no entretener o comunicar un contenido práctico, "usable".

Desde que el mundo adoptó como verdad, la cartesiana —del individuo que se piensa y, por ello, existe—, hizo al Sujeto único intérprete a través del Logos, dueño y señor de la natu-raleza, dejando de sentirse parte de ella y su magia. Desde que se inició una Modernidad centrada en la Razón y el Logos, ciertas actividades no tendrían sentido, ciertas vidas, tampoco.

Desde que el mundo giró hacia una acción social orientada por la productividad económica, dejó fuera a aquellos seres humanos carentes de una “rentabilidad económica” y los estigmatizó bajo el signo de la “anormalidad”, apartándolos tras muros reales o simbólicos para no perturbar el devenir de un orden eficiente.

Así, los lenguajes de la locura o la poesía, antes voces de la videncia, del universo comprensible y no comprensible, de lo racional e irracional, fueron reducidos a un espacio de riesgo vital. La poesía no sería más un sacerdocio sino una maldición decadente, viciosa y muerta de hambre. Y quienes no fueran inteligibles en el lenguaje y los códigos sociales, serían vidas ignoradas por la cancelación social.

De allí la angustia que libera la voz maternal en este conjunto de poemas. El pánico ante un diagnóstico que determinará la “normalidad” o “anormalidad” de una criatura diferente a la expectativa social de racionalidad y ante esa evidencia, trata de multiplicarse para proteger del dolor a un hijo autista:

Es mi estómago quien lo presentía,
¡y recuerda!
asilado en el rincón de rompecabezas,
huyendo de otros saludables bullicios.
Baldosas amarillas:
Y ahora que hay algo más afuera,
devoré el grito al ver tu bamboleo,
sincronizado y autómata balancín,
realmente es agrio el sabor del pánico.
Me tejeré sentidos adicionales, (…)
construiremos juntos un pararrayos para nuestro dolor...

El diagnóstico médico es el brazo del Poder de la Modernidad que “separa el grano de la paja”:

Y empecé a ver a través de tus ojos:
Muros insoslayables,
personajes de terror,
centros de interrogatorio,
metodología típica.
Los —nunca podrá; —nunca podrá; —nunca podrá.

Los «nunca podrá» significan el nunca poder ser recibido en una sociedad amurallada en su racionalidad de producción que establecerá un cerco de discriminación en su entorno:

—¿Tu hijo grita?
—Sí, y golpea.
—¿Ves? La mía hoy está sana,
el tuyo no.

La cerrazón del mundo racional impide reconocer otras formas distintas de conocimiento, a las que se ignora:

Memorizaste sin migajas
la ruta de regreso:
jardín de infantes, matorral de geranios.
Dibujas logaritmos entre muros,
sobre el soleado sendero ocre,
(…) y una frase suya estalla en mi cabeza:
—Él es único.

Impide oír otro lenguaje –el autista, el poético– y sus códigos:

Nos olfateas velozmente,
y atizas la dicha entre tus labios;
por fortuna, hoy aceptas gustoso
la ansiedad de nuestros brazos.

—Hola, «amarillo».
Hola, «celeste».
Aún no pongo el agua a hervir,
y ya nos has situado en tu acuarela sinestésica.

La sinestesia es una clave del desciframiento. Los poetas “malditos” son los primeros en ponerla en juego: Baudelaire lo hace evidente en su poema “Correspondencias”, que tenderá puentes entre el mundo de los sentidos y el de la moral, para hablar de un lugar donde lo humano y lo natural se unen en igualdad. Rimbaud reforzará ese planteamiento en su poema “Vocales”, años después.

Pero en la relación cotidiana, la figura materna pugna por penetrar en lo incomprensible, en traducir sus signos en sus propios términos:

Horas de revelaciones, me atrevo,
pido entrar en la mente del autismo:
—Te ofrezco agua de estrellas que sana,
calma, calma, corazón, agua del cielo.

La esperanza de una “curación”, de una inclusión en la norma-lidad, la desespera y se convierte en una fuente de dolor:

Y pregunto: —¿Mi corona de espinas,
siempre será la esperanza?

Sin embargo, un viaje a través del ayahuasca, para acceder a la traducción del lenguaje autista, del lenguaje poético, le esclarece una verdad: no hay que traducir para entender, sino aceptar la existencia de lo diferente:

—¡Todos merecemos una oportunidad! —le digo conmovida. (…)
—Te equivocas (…) deja de buscar lo que no quiere ser hallado.

Finalmente, el Amor hará que la relación madre-hijo, más allá del Logos, sea posible:

Así que esto era el Amor…
recoger tus semillas,
usarlas para germinar mis versos,
sanar mis heridas con tu pureza,
despertar con tu ronroneo felino
y acompañarte a tientas en tu círculo astral,
esperarte tras los aros de un gris tobogán,
cantar a gritos sobre los siete mares,
y recuperar mis fuerzas
en tus únicas veinte palabras.

El Amor permite dejar atrás parte del dolor que como madre la ha acompañado hasta ahora, tal vez por creerse al origen de una existencia desdichada:

(…) sepultemos el sentimiento que nos definió hasta ayer:
la culpa.

La Poesía tiene su propio mundo, su propio enigma que se resiste a ser penetrado pues, si no, haría parte de lo racional, de lo unidimensional y lineal. Sin embargo, su supervivencia es difícil, su esencia es, por lo tanto, aguantar e insistir a partir de su incomprensión, que es una puerta a una dimensión que nos es necesaria.

Así para terminar el libro, se presenta el viaje de Kevin, en alusión a Kevin Moreno, el niño autista que, ignorado por el mundo, se dirige sin que nadie lo impida a una playa de Lima y muere ahogado en el mar.

Esta vez Kevin, desde su voz, expresa su despedida de un mundo material que lo ha desdeñado, y su inmersión en el mundo de lo espiritual:

Aquí no veo más sombras.
estoy de pie
en la orilla del mundo,
del que una vez escuché
que era “ancho y ajeno”.
(…)
tomé un bus repleto de ánimas resignadas
con la vida que les había tocado.
Reí, salté, grité — ¡fui humano!,
me rechazaron hasta llegar a esta playa
donde he encontrado
una dádiva para mis pies
y un refugio para mis oídos.

Kevin sufre y muere, y su palabra final es:

¡Adiós, ciudad!
te he dejado de respirar,
ahora soy una estrella
que logró ver el rostro de Dios,
quien entiende el universo de mis sentidos

El viaje de Kevin es el del poeta baudeleriano, médium entre lo material y lo espiritual, en una dirección donde se reúne con Dios como totalidad y no parcialidad, el único a “entender el universo de los sentidos”.

Violeta Barrientos Silva (Lima, 1963) es poeta, activista e investigadora en temas relacionados con la representación y los movimientos sociales en torno a la mujer, el género y la sexualidad. Licenciada en Derecho por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Se doctoró en la Universidad de París 8 con una tesis sobre la representación del cuerpo en la poesía peruana contemporánea. Entre su obra poética destacan El innombrable cuerpo del deseo (1992), El jardín de las delicias (1999), Cosas sin nombres (2007), entre otros títulos. Paralelamente a su quehacer de escritora, ha incursionado en instituciones de actividad social. Trabajó en el Programa de ayuda legal a las mujeres en el Centro de la Mujer Peruana Flora Tristán Archivado y en Francia, fue parte de colectivos feministas y de la disidencia sexual hasta los 90.

En el 2000 trabajó en proyectos de desarrollo al interior del país, y sobre el estudio de una teoría crítica del género y la sexualidad. Ha coordinado el proyecto regional (Perú-Colombia y Chile) “Homofobia en la escuela en la Región Andina”. Proyecto contra la discriminación por orientación sexual, creado por la Global Alliance for LGBT Education (GALE) Ámsterdam. También como consultora en proyectos sobre identidad de género, diversidad sexual y educación. Fue reconocida como Personalidad Meritoria de la Cultura Peruana en 2020. Actualmente, ejerce la docencia en temas de violencia, discriminación y sexualidad.

Obras

Elíxir (Nuevas Ediciones de Autor, 1991) · El innombrable cuerpo del deseo (Diálogo, 1992) · El Jardín de las delicias (Hipocampo Editores, 2006) · Tragic / comic (Ediciones Bleu du Ciel, 2007) · Las imposibles orquídeas. Antología personal 1991-2017 (Paracaídas Editores, 2019) · Dos feministas del siglo pasado: Maruja Barrig y Gina Vargas (PesoPluma, 2021) · Cosas sin nombre (Editorial Álbum del Universo Bakterial, 2024).